
Casi en toda reunión familiar, de amigos o en la escuela, escuchamos a alguna persona contar una historia de fantasmas, y un tema recurrente son los fantasmas de carretera. Se han tejido leyendas urbanas acerca del tema prácticamente en todo el mundo.
- La chica de la curva (primera versión): tradicionalmente incluye elementos como una o varias chicas guapas paradas a la orilla de una solitaria carretera asegurando haber tenido una falla mecánica o algún percance. En la variante de la ciudad, las chicas son llevadas hasta su casa por el buen samaritano, a quien invitan a pasar, con el que comparten una grata velada y en algunas variantes, hasta el lecho llegan. Sin embargo, al día siguiente cuando el buen samaritano va a buscar a la o las chicas, se da cuenta que el departamento está abandonado, todo está cubierto de polvo y la persona que le atiende le asegura que las o la chica que vivían ahí murieron en un accidente carretero años atrás y que nadie ha entrado a ese lugar en mucho tiempo.
- La chica de la curva (segunda versión): en este caso la chica sube al auto de las personas que se ofrecen a llevarla, pero poco antes de una peligrosa curva advierte la cercanía del peligro y pide que reduzcan la velocidad, al salir del peligro, el conductor busca a la pasajera incidental para agradecerle la advertencia, momento en el que se da cuenta que la tal persona no está en el auto. Metros adelante se detiene solo para darse cuenta que en el lugar hay algún tipo de monumento funerario, una cruz, placa o ermita con el nombre de la chica, quien ha muerto años atrás en un terrible accidente justo en esa curva.
- La chica del panteón: relato tradicional de conductor de taxi, esta chica suele subir en algún punto de la ciudad, siempre cerca de un panteón. Guía al conductor hasta algún domicilio contando alguna historia, siempre con la mirada perdida. Al llegar al domicilio suele informar que no tiene dinero para pagar, pero que por favor la espere. La chica no regresa. El conductor espera hasta que finalmente baja, toca a la puerta y exige su pago, informando que ha traído una pasajera de cierto aspecto. Es cuando se entera que esa persona ha muerto, pudiendo incluso verificar aquello con la foto de la chica en cuestión.
Las variantes de leyenda urbana son interminables, a veces hombres, a veces mujeres, ancianas y hasta niños. Pero esto solo se trata de leyendas, relatos que se cuentan sin nombre ni apellido, y que son gratas de escuchar. Pero no representan la realidad del fenómeno paranormal en carretera.
Para entender el fenómeno, podríamos primeramente considerar el origen. La fantasmogénesis del fenómeno de carretera se daría en la misma forma de la muerte: súbita, inesperada, cortante; una muerte que interrumpe el deseo de una persona de llegar a cierto lugar, por lo que queda vagando. También puede deberse al propio desconocimiento de la muerte o a la urgencia de llegar y cumplir algún cometido que quedará inconcluso. Puede haber dos escenarios. El primero es dónde la entidad espiritual busca su destino y lo alcanza en forma etérea, ya sea en su hogar o en el sitio al que tenía que llegar, momento en el que se convierte en un fantasma del adiós, un fantasma de caso crítico o un fantasma residente. Pero en el segundo escenario, la entidad espiritual se pierde, no entiende lo que ocurre, no está consciente de lo que pasó e inclusive, de que está muerta. Y se convierte en una suerte de espíritu errante, deseando encontrar su propio auto, su cuerpo, algún objeto en particular. Perdidos, sin poder entender, ajenos a la razón, buscan, y comienzan a vagar.
En cualquiera de los escenarios, el fenómeno está lejos de ser tan ameno y conversador como en la leyenda urbana, pero bastante más aterrador:
Escenario de arribo a casa:
- Se llega a percibir su olor, o el olor del propio accidente, keroseno, gasolina, fuego, sangre. Aunque dependerá de la memoria del difunto, quizá llegue un olor peculiar a la persona, su perfume o algún olor característico.
- Puede llegar a producir sonidos mimofónicos que representan los sonidos habituales de su llegada a casa: llaves, puerta, maletín en el piso.
- Puede llegar a ser visto, de forma rápida, espontánea y fugaz.
- Puede llegar a producir voces, llamamientos a ciertas personas, intentará contactar. Quizá no se ha dado cuenta que está muerto y pretende seguir adelante sin saber cómo ha llegado o exactamente si está dormido o despierto.
- Puede llegar a encolerizar al no ser escuchado y producir efectos cinéticos, arrojar algún objeto.
- Dependiendo de su propia personalidad, puede llegar a generar trastornos ambientales y olores extraños.
- Su presencia puede ser fugaz; pero en muchas ocasiones, si la presencia llega al sitio de confianza, a su casa o lugar de seguridad, puede no seguir adelante y arraigarse.
Escenario de entidad perdida errante:
- Suele aparecer en la última forma que la propia persona muerta recuerda, lo que puede llevar a que la imagen sea la imagen desfigurada y ensangrentada de ella misma. Aunque en ocasiones se presenta con su imagen pulcra, la última que se tiene de sí misma.
- Suele intentar acceder a las personas, no necesariamente subiendo a los autos sino haciéndose presente como interrumpiendo el paso, caso en el cual ocurre el arrollamiento, sin que haya daño, golpes o por supuesto, cadáver.
- Puede intentar expresar algo, emitir algún sonido, pero no lo puede hacer o no es perceptible.
- Puede acompañar a la persona, ya sea como pasajero o viajando a la par del vehículo. Momentos aterradores que pueden afectar la habilidad del conductor.
- Paulatinamente pierde claridad hasta convertirse en una imagen de niebla.
- Puede ser una presencia agresiva, si la personalidad de la persona fallecida era colérica.
A continuación se presentan algunos casos que nos han compartido.
Caso 1:
Se trata de un conductor de autobús foráneo con su ayudante y pasajeros saliendo de la ciudad de Cuautla en dirección a la ciudad de Puebla. Son las 11: 30 p.m. y se encuentran a 30 kms. de la desviación hacia la población de Izúcar de Matamoros, es domingo y hay poco tráfico, viajan a 60 kms. por hora en zona recta. El auxiliar solicita al conductor que no voltee por ningún motivo a la derecha, que siga manejando. La voz del ayudante revela asombro y miedo, instantes después los pasajeros de los primeros asientos comienzan a sobresaltarse, el chofer escucha los murmullos que van pasando a ser voces de alarma. No puede evitar voltear y por el vidrio de la ventanilla observa un ser que avanza junto a ellos a la misma velocidad, es una forma humana, vaporosa que por momentos avanza y se ve con más claridad a la luz de los faros, para volver al costado y perder claridad únicamente iluminada por las luces laterales, pareciera ser un hombre de edad avanzada. El avistamiento dura varios minutos, durante los cuales el chofer se siente impulsado a subir la velocidad, arriesgando la unidad al entrar a la zona de curvas. Opta por detener la marcha en la primera población a su paso. Aquello ha desaparecido. Días después se enteraría que otros choferes de la misma ruta han visto aquello, le llaman “el corredor”. No hay explicación de qué pudo ser.
Caso 2:
Oficial de la policía de caminos en patrullaje, en la carretera México-Querétaro, pasando el tramo Palmillas. Son las 10:50 de la noche, la temperatura es agradable de primavera, el cielo está despejado y no hay viento. Apenas con 40 minutos de iniciado su patrullaje observa un sujeto que camina sobre al acotamiento en sentido opuesto a la unidad. El sujeto lleva un chaleco de rombos, pantalón caqui y camisa de manga larga. Su apariencia es la de una persona de posición acomodada, al acercar la patrulla y bajar la velocidad observa que el sujeto no reacciona ante las luces policiacas y sigue su marcha aceleradamente sobre el acotamiento alejándose del auto patrulla. El agente de policía detiene el vehículo y baja empuñando una linterna de gran intensidad, pero a pesar de apenas haber transcurrido segundos, el sujeto ya no está. El policía camina, desciende de la carpeta asfáltica buscando el hombre de la carretera y hasta las cercas de colindancia, pero no logra ubicar nada. Reinicia la marcha con la sensación de que algo no está bien, pero antes de dos kilómetros, sus pensamientos son interrumpidos por lo que parece ser un percance grave. Un automóvil ha salido de la carretera y despide una gran cantidad de humo, otro vehículo dañado ha quedado sobre el asfalto. En el interior del automóvil más afectado hay dos personas muertas, una de ellas viste un chaleco de rombos, una camisa de manga larga y un pantalón caqui y si bien su rostro no es identificable por la gravedad de las heridas, podría considerarse que es exactamente la misma persona que el agente ha visto dos kilómetros atrás.
Caso 3:
Ocurre en 1969 en la carretera federal No. 40, en México, que conecta el estado de Durango con la ciudad de Mazatlán. Es la ruta conocida como “El espinazo del diablo” por su dificultad y riesgos. Son 169 kms. con más de 3000 curvas, hoy en día con bajo tránsito desde la apertura de la autopista. Son las 16:00 horas de un día soleado con temperatura ambiente alta y cielo despejado. Un conductor de camión de carga pesada en ruta a Durango viaja a unos 25 o 30 kilómetros por hora. A bordo se encuentra el chofer y dos ayudantes que viajan despiertos en la cabina. Al salir de una curva y a muy baja velocidad, mientras gira el volante para tomar la siguiente curva, el chofer observa como frente a él y del lado opuesto hay varias personas, puede distinguir al menos tres adultos y en principio a dos niños, pero no ve ningún automóvil y no están en zona de paradero o mirador. Los dos ayudantes pueden observarlos de igual forma, distinguen las playeras de colores de los niños y el vestido floreado de una mujer, comentan el incidente considerando el altísimo riesgo de haberse detenido ahí, lugar en el que los camiones apenas pueden girar. Comentan que lo ideal habría sido detenerse en el paradero unos kilómetros adelante. Al salir de la siguiente curva, y de la misma forma, vuelven a ver a la orilla de la carretera al mismo grupo de personas, pueden distinguir las camisetas de colores, el vestido floreado y los rostros extraños. Los tres se asombran y comienzan a hablar aceleradamente de esto, el chofer se centra en no perder el control del pesado vehículo, pero siente una enorme presión en el pecho y la falta de aire a pesar de ir con las ventanillas abajo. Al salir de la siguiente curva, apenas comenzar a girar el volante, ahí están de nuevo, esta vez con el semblante macabramente deformado. Los tres comienzan a recitar oraciones aleatorias que recuerdan mientras piden la intervención del cielo. Apenas llegar al paradero detienen la marcha y bajan. Los demás conductores comentan acerca del terrible accidente ocurrido la noche anterior en el que varios niños y adultos murieron cuando el conductor perdió el control y cayó al vacío, kilómetros arriba. El vehículo accidentado no fue recuperado y según comentan, probablemente continúen ahí los cuerpos.
2 respuestas a “Fantasma de carretera”
Hola:
Una amiga se trasladaba de Marabasco a Cihuatlán, en los límites de los estados de Colima y Jalisco, precisamente en el Puente que une ambos.
Lo hacía en una camioneta tipo Van que recién le había enviado un hermano de USA. Viajaba sola, alrededor de las 9:00 de la noche, todo tranquilo, en eso siente que alguien más está y mira por el espejo y en los asientos traseros está un hombre de color, de aspecto muy agresivo y una horrible mueca.
Solo acierta a orar y encomendarse a Dios le permita seguir conduciendo, lo hace cómo puede, sigue ahí la aparición, pero afortunadamente va llegando al tramo iluminado del puente y al pueblo, donde desaparece lo que haya sido.
Llevó a bendecir a su iglesia la unidad y no volvió a tener esa mala experiencia.
Este fue un suceso verídico que vivió una persona de excelente credibilidad.
Saludos cordiales.
¡Interesante! Gracias por compartir su relato.