El diablo y el relojero

Este breve relato de terror fue escrito en 1727 por Daniel Defoe y probablemente es parte de su obra “Un ensayo sobre la historia y la realidad de las apariciones”. Este escritor y periodista inglés nació alrededor de 1660 y fue uno de los primeros cultivadores de la novela, género literario que ayudó a popularizar en Inglaterra y que le hizo ser conocido como “el padre de todos los novelistas ingleses”. Además, a Defoe se le considera pionero de la prensa dedicada a abordar los aspectos económicos de la vida social. Sus padres fueron presbiterianos disidentes, se les consideraba así debido a que tenían creencias diferentes a las de la iglesia de Inglaterra, establecida y mantenida de forma oficial por el gobierno.

Daniel estudió para ser sacerdote presbiteriano, pero en 1685 decidió dedicarse a los negocios. Sin embargo, no fue muy exitoso en esta actividad y vivía constantemente endeudado.

Al principio su producción literaria fue casi exclusivamente periodística; pero en 1719, casi a los 60 años de edad, publicó “La vida y extraordinarias y portentosas aventuras de Robinson Crusoe de York, navegante”, obra por la que es mundialmente famoso y que ha sido mencionada y adaptada en múltiples ocasiones. Se cree que esta novela está basada en la historia real del marino escocés Alexander Selkirk, quien fue abandonado en la isla desierta que hoy se conoce como Juan Fernández frente a las costas de Chile por haber discutido con el capitán. Alexander sobrevivió durante cuatro años totalmente solo hasta ser rescatado. Y el barco del que fue expulsado posteriormente se hundió.

Defoe escribió más de 500 libros, panfletos y opúsculos que abarcan temas políticos, económicos, históricos, de aventuras y ocultistas. Muestra de este último rubro es su obra “Historia política del diablo” de 1726 y otros relatos como “El diablo y el relojero”. En estas obras, Daniel Defoe manifiesta su creencia en la existencia y la participación activa del diablo en la historia mundial así como en los sucesos trágicos y perversos ocurridos en el ámbito personal. Defoe culpó al diablo de las cruzadas y lo ubicaba como un ser muy cercano a los poderes de la Europa Católica.

El diablo y el relojero

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