Memorables, significativas e impactantes son las vivencias que tienen lugar en un internado de carácter militar para jóvenes. En la miniserie que presentamos en el canal de Relatos del Lado Oscuro se recuperan a través de una ficción literaria algunas de ellas, narradas en la voz de sus protagonistas.
El relato “El Internado” es original del escritor aficionado Eduardo Sabugal Machaén, quien ya ha colaborado con Relatos del Lado Oscuro con los guiones originales “El Machete” y “La Jaula” así como con la adaptación del relato “Macario” de Bruno Traven. De igual manera, Eduardo Sabugal Machaén ha escrito una colección de cuentos infantiles entre los que destacan “El Avioncito Rojo”, “Bico” y “Las 500 Gallinas” y ha participado en algunos concursos de cuento y guión radiofónico.
Este autor, nacido en 1946 en la Ciudad de México, estudió en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo de 1962 a 1968, cuando esta institución aún era militar, lo cual le permitió experimentar en carne propia la disciplina, la rigidez y el formalismo de una educación tradicional, combinada con ideas existencialistas, antibelicistas y de búsqueda de libertad propias de las y los jóvenes de la época.
En la serie “El Internado”, Sabugal Machaén recrea el ambiente de un internado militar al inicio del movimiento estudiantil de México en 1968, con todos sus aspectos costumbristas y divertidos, pero también sombríos, violentos y trágicos. Un grupo de jóvenes que ha dejado su lugar de origen, su casa y su familia con el fin de labrarse un futuro, adentrándose en una institución que les brinda techo, alimento y educación tiene varios escenarios posibles. Ya que en este lugar la convivencia entre los estudiantes es constante e inevitable, en el internado un chico puede encontrar en sus compañeros de pupitre a los amigos que le acompañarán y animarán durante toda su vida o hallar en la misma habitación o en la misma mesa a los rivales que le retarán, humillarán y pondrán a prueba su resistencia y sus valores más determinantes. Los internados, al igual que los conventos o las prisiones, que son instituciones cerradas, tienen sus propias reglas, costumbres, prohibiciones, libertades y complicidades que sólo aquellos que las han compartido, pueden entender plenamente. Lugares dignos de análisis sociológicos, los internados siguen llamándonos la atención por aquellos secretos que tal vez nunca traspasen sus fronteras.
En esta ficción se narran algunas de las crueles novatadas que sufrían los estudiantes en la década de los 60´s, sin embargo, las novatadas en instituciones militares siguen siendo noticia.
En 1992, un juez militar en Zaragoza, España procesó a 13 soldados por novatadas. Un soldado denunció amenazas y coacciones por parte de sus compañeros veteranos para que les entregase dinero bajo amenazas de golpes o de obligarle a caminar descalzo sobre cristales.
En noviembre de 2005 los medios de comunicación transmitieron la noticia de que los marines británicos destacados en Irak practicaban crueles novatadas.
En 2004 la organización Human Rights Watch denunció los malos tratos que sufrían los reclutas rusos. Un año después, en la Escuela Militar de Tanques en Cheliabynsk, el joven Andrei Sichov recibió una paliza que ocasionó la amputación de sus piernas y genitales tras ser operado varias veces. Por temor a las represalias, este joven no había denunciado, sólo lo hizo hasta que supo que había quedado exento del servicio militar porque era considerado como discapacitado. Los informes de la Fiscalía Militar indicaron que las novatadas y los malos tratos eran la causa principal de los suicidios que ocurrían cada año en las Fuerzas Armadas rusas: 246 en el 2004 y 315 en 2005. Según las organizaciones de derechos humanos, los suicidios y las novatadas en Rusia cobran la vida de un millar de reclutas cada año, razón por la que muchas familias pagan miles de dólares para evitar que sus hijos cumplan el servicio militar obligatorio, que desde 2008 es de doce meses. Pero esto no fue resuelto ya que en julio de 2011, se dio a conocer que en el ejército ruso se había duplicado el número de abusos y novatadas. La fundación “Derecho de la madre”, que ha creado un grupo en una red social rusa para conmemorar a los jóvenes muertos en los cuarteles rusos, señala que más de 80 mil soldados murieron en el ejército en los últimos 20 años en tiempos de paz.
En enero de 2011, en Alemania, estalló un motín a bordo del buque escuela “Gorch Fock”. Las razones que lo provocaron fueron las novatadas, las borracheras y los abusos sexuales que ahí eran frecuentes. La Marina de Alemania detectó la misteriosa muerte de dos mujeres estudiantes de 18 y 25 años, a bordo del barco. Algunos de los hechos reportados fueron ciertos rituales como el “bautismo” de los novatos, sumergidos en botes salvavidas llenos de restos de comida y vómito, o el camino que los cadetes recorren de rodillas sobre la cubierta hasta llegar a un oficial ataviado con una peluca rubia femenina al que tienen que adorar y besarle los pies.
De igual manera, en el cuartel 233 del Batallón de Cazadores de Montaña, al sur de Alemania, se reportó que algunos soldados eran obligados a participar en rituales de iniciación brutales en donde eran golpeados y maltratados, obligados a comer vísceras crudas de animales y vejados sexualmente. Esta misma unidad, considerada “de élite”, provocó en 2006 un escándalo en Afganistán cuando varios de sus soldados se fotografiaron con cráneos y huesos hallados en una fosa común.
Las novatadas, frecuentes en internados, ejércitos y fraternidades, actualmente son entendidas como bromas crueles y pesadas, pero en su origen constituían ritos de iniciación. Como Ernesto Milá señala en su publicación de 2005 titulada “Ejercito y Sociedad. Las novatadas como rito de iniciación” quienes han practicado novatadas parecen haber perdido la conciencia de su utilidad y de su razón de ser. Un ejemplo histórico es la Orden de los Caballeros del Templo de Jerusalén, los templarios, que en el siglo XII, habían organizado un “capítulo secreto” que impartía una “enseñanza iniciática” de origen gnóstica. Para acceder a ese capítulo, se pedía al templario que escupiera sobre la cruz (un gesto que suponía el rechazo a la religión entendida como mero culto exterior), se le hacía pasar por el “bautismo del fuego” y, finalmente, se le impartía el “aliento del espíritu”, que consistía en un soplido en la base de la columna vertebral del aprendiz. Todos estos elementos formaban parte de una ceremonia ritual de la que no se conocen destalles específicos. Sin embargo, con el paso de los años, el sentido original de este rito se difuminó y terminó llevándose a cabo con un beso obsceno en el trasero; arrodillarse frente a un ídolo del dios “Baphomet” y escupiendo a la cruz. Así, como señala Ernesto Milá, los miembros de la orden, que habían realizado los votos de castidad, pobreza y obediencia, terminaron siendo considerados como sodomitas, bebedores impenitentes y vividores. Aunque Milá justifica la novatada como un rito de integración en la milicia, reconoce que las novatadas son la última etapa degenerativa de una enseñanza.
Una investigación llevada a cabo por un grupo pacifista italiano, el llamado Archivio Dissarmo, llegó a la conclusión de que las novatadas forman parte de un “sistema de violencia para preparar a los soldados para la guerra y crea una jerarquía paralela que inculca como valor disfrutar con la humillación del otro”.
Pero las novatadas no sólo tienen que ver con relaciones de poder, sino con el sexismo. En su libro “La identidad masculina”, Elizabeth Badminter explica cómo la masculinidad es puesta a prueba de manera reiterada y se accede a ella a través de dolor, la renuncia y el sufrimiento, físico o psíquico. Esto se manifiesta en ritos de iniciación tales como las novatadas, donde toda diferencia o singularidad es reprimida o castigada. La humillación cruel se asocia a la eliminación de cualquier rasgo de femineidad y a la separación brutal del mundo maternal de la sensibilidad y los afectos. En los equipos de fútbol, como en los ejércitos o en las escuelas masculinas, el insulto por excelencia es “maricón” pero al mismo tiempo se encuentran rituales de innegable contenido homosexual como las palmadas en el trasero, las duchas comunitarias o la camaradería masculina y los ritos iniciáticos de los internados religiosos, donde no faltan las experiencias sexuales clandestinas.

Autor: Luigi Guarino.
El relato “El internado” innegablemente hace referencia a Chapingo. La historia de Chapingo se remonta al 19 de agosto de 1853 cuando Antonio López de Santa Ana estableció el Colegio Nacional de Agricultura en el convento de San Jacinto en el entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Durante la Revolución, la Escuela Nacional de Agricultura suspendió sus actividades y en 1918 reabrió sus puertas. En 1924, Álvaro Obregón trasladó la escuela a la ex-hacienda conocida como nuestra Señora de la Concepción Chapingo. Desde entonces la escuela adoptó el lema: “Enseñar la explotación de la tierra, no la del hombre”.
Esta hacienda, ubicada 3 km al suroeste de Texcoco, perteneció al cacicazgo de Huexotla y luego a un rico español. Después fue propiedad de los jesuitas que construyeron el edificio principal y la capilla. La hacienda fue confiscada por Carlos III de España en 1777. El presidente de la República, Manuel González, la adquirió en 1884, arreglando el casco y construyendo la fuente de Las Circasianas, la cual alude a la belleza de una mujer a quien hizo traer de Rusia. Entre 1926 y 1928, Diego Rivera decoró sus interiores con murales.
Cabe mencionar que como afirman Verónica Vázquez García y Roberto Castro en una investigación realizada en la Universidad Autónoma de Chapingo, esta institución fue creada respondiendo a la necesidad de contar con técnicos agrícolas capaces de satisfacer las demandas de hacendados y latifundistas. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas -para quien el reparto agrario y la atención a grupos campesinos eran asuntos prioritarios-, se reorientó el plan de estudios y se acordó que para ingresar a la escuela se debería ser “hijo de proletario, obrero o campesino, preferentemente procedentes de organizaciones campesinas”. La escuela mantuvo sus puertas cerradas a las mujeres hasta finales de los años sesenta, a pesar de que desde los años cincuenta comenzaron a graduarse agrónomas de otras instituciones mexicanas.
Como internado militar, Chapingo no estuvo exento de las crueles novatadas. Pero como señala Víctor Suárez Carrera en su artículo “Chapingo en tiempos del Xolo”, publicado en la Jornada del Campo en 2009, hubo varios acontecimientos importantes en la escuela durante 1968, los estudiantes progresistas se mostraron en contra las novatadas hacia los alumnos de primer ingreso practicadas por los veteranos y en la ceremonia oficial de inauguración del año escolar, con uniformes de gala y rifles con bayoneta calada, los estudiantes rompieron filas y se abalanzaron sobre la tribuna de honor en la que se encontraba el profesor Juan Gil Preciado, entonces secretario de Agricultura y representante del presidente Gustavo Díaz Ordaz, como muestra de repudio a la actuación de este funcionario frente a la huelga estudiantil de la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar de Ciudad Juárez. El siguiente acontecimiento determinante en la vida académica y política de la Escuela Nacional de Agricultura fue la asamblea general estudiantil del 29 de julio de 1968 en la cual, luego de un intenso debate, se votó mayoritariamente a favor de la huelga en solidaridad con los estudiantes reprimidos el 26 de julio en la Ciudad de México y en favor de un pliego de demandas en pro de las libertades democráticas del país. En Chapingo se vivió un ambiente de transformaciones y empoderamiento de estudiantes y maestros. El movimiento estudiantil y la brutal represión gubernamental en 1968, la influencia de la revolución cubana, la resistencia del pueblo vietnamita contra la intervención estadounidense, la propagación de las enseñanzas liberadoras de Paolo Freire y de Iván Ilich y, sobre todo, la conciencia de “ir al campo”, de “servir al pueblo”, de “aprender de la realidad”, animaron las transformaciones. En 1969, la Escuela dejó de ser militarizada y en 1973 se logró el establecimiento de la autodisciplina. En 1974, la Escuela pasó a ser la Universidad Autónoma de Chapingo.
Te invitamos a escuchar la miniserie dramatizada “El internado”.