Por Tania Sabugal
El relato “El ojo invisible” o “El Albergue de los tres ahorcados” de los franceses Émile Erckmann y Alexandre Chatrian publicado en 1857 aborda de manera peculiar la fatal influencia de una hechicera así como otros temas interesantes como el fenómeno social del suicidio por contagio.
La trama del relato “El ojo invisible” resulta escalofriante por describir el fenómeno del suicidio por contagio antes de que éste pudiera ser explicado por la ciencia, asociándolo con elementos sobrenaturales dentro de un atmósfera hipnótica y escalofriante. En 1908, Hanns Heinz Ewers, retomó el argumento en su cuento “La araña” sustituyendo a la vieja hechicera por una joven de influencia irresistible.
Estos autores de cuentos de fantasía y terror, así como de varias obras de teatro y novelas de carácter histórico, militar y nacional firmaron de manera conjunta como Erckmann-Chatrian casi todas sus creaciones. Ambos nacieron en la región de Lorena, una zona disputada durante varios años por Francia y Alemania. Se conocieron a través de otra persona cuando eran jóvenes y en pocos años empezaron a publicar juntos de manera exitosa. Trabajaron de manera cooperativa durante 37 años. Se cree que ambos ideaban una trama, pero que era Erckmann quien la escribía y Chatrian quien se dedicaba a corregir el estilo, gestionar los contratos para su publicación y administrar las ganancias que se obtenían.
Esta mancuerna laboral hizo que les pusieran el sobrenombre de “los siameses”. Algo que nos hace recordar a otra prolífica pareja de escritores como los hermanos Grimm.
Dentro de sus creaciones literarias están el drama “El judío polaco”, sus novelas “El amigo Fritz”, “Hugo el lobo”, “La invasión o el loco Yégof”, “Historia de un campesino”, “Historia de un hombre del pueblo”, “Historia de un recluta de 1813” y “Waterloo”; sus colecciones de relatos “Cuentos fantásticos”, “El ilustre doctor Mateus”, “Cuentos de la montaña” y “Cuentos de las orillas del Rin” así como algunas óperas cómicas como “Los Rantzau”.
Émile Erckmann
Émile Erckmann nació en 1822 en Phalsbourg. Fue el quinto hijo de un encuadernador. Su madre murió de tifoidea cuando él tenía apenas 10 años de edad y fue enviado a un internado. Estudió leyes en París, pero antes de pasar al tercer año de la carrera tuvo que abandonarla y regresar a su hogar para escapar de una epidemia de fiebre tifoidea. Émile ya había escrito algunas obras de teatro de drama y comedia, fue entonces que conoció al maestro Chatrian, quien también tenía experiencia en escribir relatos.
Durante su estancia en París ocurrió la Revolución de 1848, movimiento que inspiró su convicción política y le motivó a crear con su amigo Chatrian una asociación republicana y nacionalista en Phalsbourg y a dirigir el boletín informativo “La República Alsaciana” fundado por su hermano Jules. Más tarde se convirtió en masón de rito escocés. Su hermano tuvo que huir a Suiza para evitar ser encarcelado después del golpe de 1851 por ser parte de la resistencia republicana.
Más tarde, Erckmann terminó sus estudios de derecho. Fue entonces cuando empezó su verdadera colaboración literaria con Chatrian. Émile escribía relatos que le enviaba a su amigo, quien los revisaba y promovía para su publicación inmediata. Fue así que, bajo una sola firma, publicaron en numerosas revistas sus relatos y novelas por entregas. A principios de la década de 1850 publicaron varios relatos en el Demócrata del Rin con muy buena aceptación.
En 1871, con el Tratado de Fráncfort, se puso término a la guerra franco prusiana y Alemania se quedó con Alsacia y parte de Lorena, así que Erckmann abandonó su pueblo natal, que como consecuencia ya no era francés, y se fue a París. Eventualmente regresó a Phalsbourg.
Erckmann y Chatrian gozaban de la simpatía popular debido a sus sentimientos patrióticos, antibelicistas y antialemanes, pues canalizaban la nostalgia y el deseo de venganza del pueblo que deseaba volver a pertenecer a Francia. Esto les hizo sufrir durante toda su carrera literaria la censura política. Por ejemplo, en 1850 su obra de teatro “Alsacia en 1814” fue prohibida por un ministro republicano después de haberse presentado en sólo dos funciones; en 1867 un periódico lanzó la primera parte de su novela “Historia de un campesino” como folletín, pero al poco tiempo suspendió la publicación por temor a la censura y en 1876 los diarios “Le Figaro” y “Le Gaulois” se dedicaron a criticar arduamente a los escritores.
Émile Erckmann fue dueño de un aserradero que después fue forzado a vender. Hizo un viaje recorriendo Alejandría, el Canal de Suez, Jaffa, Beirut, Trípoli, Siria y Rodas.
Tuvo una relación con una mujer llamada Ema Flotat con quien vivió.
A los 66 años tuvo su primera complicación por diabetes y perdió la vigencia de su permiso de residencia en Phalsbourg, así que se trasladó a vivir a Lunéville.
El 23 de enero de 1897, dedicaron en su honor el Día Republicano en el teatro de la localidad. Émile falleció dos años después, el 23 de enero de 1897, a los 75 años de edad. En 1902 se presentó en Lunéville un monumento en su memoria hecho por el escultor Bussière. Y 20 años después, se inauguró otro monumento en bronce en honor de los escritores Erckmann y Chatrian en Phalsbourg, en cuyo museo militar se exhiben ejemplares de algunas ediciones originales de sus obras.
Alexandre Chatrian
Charles Lois Gratien Alexandre Chatrian nació en 1826 como el menor de 12 hijos de un maestro vidriero. Y como admirador de Alexandre Dumas, prefirió ser conocido como Alexandre que era su cuarto nombre. Creció escuchando las heroicas experiencias de su tío Bertholin, quien fue capitán, así como del cabo Labadie. Estudió y trabajó como contador y capataz en una fábrica de vidrio en Bélgica, después de que el negocio de su padre quebrara.
Cuando perdió su trabajo como contador por un problema con los trabajadores, regresó a Phalsbourg y se dedicó a dar clases. Pero desde antes, Chatrian ya escribía cuentos influido por el estilo de E.T.A. Hoffmann. Con el fin de obtener recursos económicos para apoyar a su madre y a su padre, también escribió algunas obras de teatro. Fue cuando conoció a Erckmann, pasaron juntos el verano y entablaron una buena amistad.
Además de publicar de forma conjunta en diversas revistas uniendo así sus esfuerzos para tener más ganancias, compartieron ideología política. Chatrian incluso fue arrestado después del autogolpe del 2 de diciembre de 1851 con el que el presidente de la República Francesa, Luis Napoleón Bonaparte pretendía quedarse en el poder. Erckmann estaba en la lista de sospechosos, pero no fue arrestado.
En algún momento Alexandre dejó de dar clases en la universidad y su amigo Émile lo convenció de mudarse a París, donde trabajó como administrador de trenes al mismo tiempo que gestionaba la presentación de las obras de teatro o la publicación de los textos que ambos trabajaban.
Aunque la pareja de escritores vivía en París, regresaban con frecuencia a Phalsbourg.
Más adelante, y al igual que Erckmann, Chatrian se hizo masón de la logia Alsacia-Lorena del Gran Oriente de Francia.
Alexandre tuvo tres hijos con Adélaïde Riberon con quien finalmente se casó.
Después de retirarse como empleado ferroviario, se dedicó a escribir más para teatro, mientras que Erckmann se enfocó en las novelas, aunque seguían publicando bajo el mismo pseudónimo Erckmann-Chatrian las obras que cada quien desarrollaba por su cuenta.
Chatrian falleció el 3 de septiembre de 1890 después de haber estado inconsciente durante un año debido a una afección del sistema nervioso.
Erckmann-Chatrian
Erckmann y Chatrian mantuvieron amistad con los artistas Théophile Schuler y Gustave Doré. De hecho, Schuler ilustró sus publicaciones durante 15 años.
Su trabajo fue reconocido y apreciado en vida. En 1864, el Ministro de Instrucción Pública encargó mil ejemplares de su obra “La Invasión” para ser distribuida en las bibliotecas. Varias de sus novelas de carácter nacionalista fueron publicadas con ilustraciones en cuadernillos semanales. El escritor, historiador y político Lamartine dedicó algunos de sus Cursos de Literatura a sus obras “Historia de un recluta de 1813” y “El amigo Fritz”.
Erckmann y Chatrian eran admirados por autores como Emile Zolá y Victor Hugo, con quien compartían el entusiasmo republicano, y por escritores de lo sobrenatural posteriores como Montague Rhodes James y H.P. Lovecraft.
A James se le atribuye haber expresado de ellos: “Me sentiría ingrato si no dijera que algunos de sus relatos me han deleitado y alarmado durante años”.
Y en algunos cuentos de Lovecraft puede notarse la influencia de estos autores, especialmente en la descripción de casas de arquitectura oscura que albergan presencias ominosas y su relación con poderes sobrenaturales que ejercen una influencia destructora, especialmente perceptible para los artistas. En su ensayo “El horror sobrenatural en la literatura”, Lovecraft reconoce su aportación para la literatura fantástica europea y expresa: “La capacidad de estos escritores para delinear una atmósfera de estremecimientos nocturnos es tremenda, a pesar de la tendencia a las explicaciones naturales y las maravillas científicas. Pocos son los cuentos que superen en horror al Ojo invisible, la historia de una maligna bruja que entreteje hechizos nocturnos, los cuales inducen a los ocupantes de una habitación de taberna a suicidarse”.
Aunque Erckmann y Chatrian fueron populares en su tiempo y varios de sus libros fueron best-sellers, después de su muerte, su trabajo ha sido poco difundido y conocido, es difícil encontrar traducciones de sus obras y éstas difícilmente se incluyen en antologías.
Sobre la ruptura de la mancuerna literaria, cabe mencionar que en 1868 el editor Hetzel había comprado los derechos exclusivos del trabajo de los autores. Pero 18 años después, cuando Erckmann se negó a firmar el nuevo acuerdo que Chatrian había negociado con el editor, Alexandre le confesó que se había gastado parte de sus regalías conjuntas para pagarle a otras personas que escribían por él. Para entonces Chatrian ya padecía una enfermedad nerviosa. La última obra firmada bajo un solo nombre fue “El arte y los grandes idealistas en 1885”.
El exsecretario de Chatrian, publicó un artículo en Le Figaro acusando a Émile de ser quien vivía a costa de lo que Alexandre había ganado. Erckmann respondió con una demanda. Y argumentó que en realidad era Chatrian “el parásito” que se había beneficiado de su trabajo. Chatrian ya estaba muy enfermo. Se cuenta que cuando falleció tenía debajo de la almohada una fotografía de ambos tomada en la época en que eran más exitosos. Erckmann falleció nueve años después publicando en solitario sólo dos obras más.
El ojo invisible
El relato “El ojo invisible” o “El Albergue de los tres ahorcados” fue escrito por los franceses Émile Erckmann y Alexandre Chatrian y fue publicado el primero de noviembre de 1857 en la revista francesa “El artista” para después formar parte de la antología “El ilustre doctor Mateus”.
Erckmann y Chatrian se especializaron por una parte en las historias militares de carácter nacionalista y, por otra, en relatos de temas paranormales que recuperan el folclore de la vida campesina con apariciones fantasmales, brujas, monstruos, bosques encantados, maldiciones y encantamientos. Su estilo oscuro tiene un toque de humor y en sus obras puede notarse cierta moraleja que busca reestablecer la justicia. Otros de sus textos de horror sobrenatural son “El sueño del primo Elof”, “El burgomaestre embotellado”, “La araña-cangrejo” y “Hugo el lobo”.
Erckmann y Chatrian sitúan sus relatos en una zona conocida como la Selva Negra, por su densa arboleda de abetos. Esta región boscosa está ubicada al sudoeste de Alemania y colinda con el río Rin, con Francia y Suiza. Existen muchas leyendas en ese lugar, como la de un jinete sin cabeza, de hombres lobo, brujas, ninfas, trolls y del monstruo Der Grossmann, una especie de asustador o coco que se decía raptaba niñas y niños. Goethe la usó como escenario para el pacto de Fausto con el diablo. En la novela “El Nigromante o El cuento de la Selva Negra escrito en 1794 por LudwigFlammeberg el malvado mago Volkert practica en ese bosque sus invocaciones. Los propios hermanos Grimm reseñaron los relatos que la gente les narró en su recorrido por la Selva Negra para conformar sus “Cuentos de hadas” entre 1812 y 1830. Caperucita roja y Hansel y Gretel no fueron de su invención, sino historias que se narraban de generación en generación con el fin de evitar que las personas se internaran el bosque. En esa época el lugar era peligroso porque ahí solían esconderse quienes cometían crímenes y sólo se aventuraban a entrar en él para cazar los nobles que tenían propiedades en el bosque, acompañados de su séquito.
Son varios los temas siniestros que trata el relato “El ojo invisible”. Por una parte, se hace referencia al tema del doble o doppelgänger. La “Murciélago” induce al suicidio a los huéspedes del albergue “El buey gordo” al ser enfrentados con su doble, como si no fueran capaces de enfrentarse a su propio reflejo o descubrieran en él algo tan terrible de sí mismos que les hiciera terminar con su vida. Lo mismo aplica para la misma bruja, quien a pesar de conocer el poder de la sugestión finalmente sucumbe a ella. Las propias casas son un espejo una de la otra, son iguales en construcción y ornamentos, pero parecen representar facetas diferentes de una misma realidad: una es luminosa, alegre y bulliciosa y la otra es su lado oscuro, frío, sombrío y solitario.
Otro de los interesantes temas es el suicidio por contagio, un asunto que se puso en evidencia a raíz de que varios jóvenes atentaran contra su propia vida usando el mismo método y vistiendo la misma ropa que el protagonista de la novela “Las penas del joven Werther” de Goethe, publicada en 1774. Werther decide matarse por el amor no correspondido de una mujer casada, la trama tuvo mucho éxito y fue muy popular en su tiempo, pero algunas autoridades de Italia, Alemania y Dinamarca prohibieron su lectura porque consideraron que estaba teniendo una influencia negativa en la juventud.
Suicidio por contagio
En una investigación, el sociólogo David Phillips encontró que entre 1947 y 1968, los suicidios ocurridos en Estados Unidos se incrementaron justo al mes siguiente de que el “New York Times” difundiera alguna noticia de suicidio en su página principal. Así que casi 200 años después de publicarse la novela de Goethe con fatales consecuencias, Phillips nombró a este fenómeno como el efecto Werther, que también es conocido como efecto copycat.
A partir de entonces, en muchos estudios se ha llegado a la conclusión de que la cobertura y difusión inapropiada de una noticia de suicidio o la narración ficticia de alguno pueden contagiar la idea en la población vulnerable.
Por ejemplo, una investigación llevada a cabo por Cáceres, Guzmán y Sánchez en 2005 para evaluar el riesgo de imitación o contagio en conductas suicidas en estudiantes universitarios adolescentes en Colombia, determinó que “el riesgo de imitación, especialmente por suicidio de amigos, se presenta en individuos con diagnósticos psiquiátricos del espectro depresivo, con antecedente de maltrato en la infancia, sin antecedentes familiares de conductas suicidas con acceso a métodos letales, y en estos casos se encuentra asociación con el hecho de pertenecer a grupos (principalmente deportivos)”. También se llegó a la conclusión de que el aumento de conductas suicidas y posterior suicidio consumado en adolescentes está relacionado con la cantidad, duración, cobertura e impacto que los medios de comunicación despliegan con relación a historias suicidas.
En sintonía con esto, en un artículo de Revista de la Asociación Médica Canadiense, escrito por Colman en 2018 se plantea que existe una fuerte evidencia de que el comportamiento suicida puede ser contagioso y que las noticias sobre estos acontecimientos pueden contribuir, especialmente si las noticias incluyen detalles del método de suicidio y si se trata de celebridades. Esto puede explicarse porque las personas que leen o escuchan sobre un suicidio pueden identificarse con la persona que lo cometió y, en consecuencia, también pueden considerar la muerte como una solución aceptable a sus propios problemas.
Sin embargo, también se afirma que la trasmisión responsable de estas noticias puede contribuir a prevenir un desenlace fatal. Y aquí entra otro fenómeno conocido como el efecto Papageno, nombre tomado del personaje de “La Flauta Mágica” de Mozart, quien decide no acabar con su vida cuando tres espíritus le sugieren pensar en alternativas. Este efecto se refiere a la difusión de noticias que sirven para prevenir este acto; por ejemplo, mostrar casos en que las personas han superado graves problemas o presentar otras formas de enfrentar situaciones estresantes y la recomendación de pedir ayuda.
Tanto el efecto Werther como el efecto Papageno funcionan a partir de la identificación con alguien que está pasando por situaciones similares, lo cual lleva a imitar su comportamiento. En “El ojo invisible”, la Murciélago conocía cómo operaba este mecanismo, el protagonista lo expresa: “Me acordé de esos precipicios que atraen con un poder irresistible; de esos pozos que es preciso colmar para que la gente no se arroje a ellos; de los árboles que se han tenido que derribar para que la gente no se cuelgue de sus ramas; de ese contagio de suicidios, de asesinatos, de hurtos que se dan en ciertas épocas, de maneras específicas; esta extraña seducción del ejemplo, que te hace bostezar porque ves bostezar; sufrir porque ves sufrir; matarte, porque los demás se matan…”
El artista es el ojo invisible que descubre el artificio por el cual la vieja logra manipular a hombres aparentemente sin problemas para autodestruirse. Pero no sólo contempla la escena, sino que se ve comprometido a actuar, a detener los suicidios y más aún, a terminar con la fuente de los mismos. Esta podría ser una metáfora de una concepción social sobre el arte y su función no sólo de representar, sino de actuar frente a una problemática, de no ser sólo un testigo neutral sino de comprometerse con la justicia poniéndose del lado de las víctimas.
Tanto el suicidio por contagio como la motivación para detener esta serie de actos que se presentan en el relato “El ojo invisible” puede explicarse de forma científica con las neuronas espejo. Descubiertas en 1996, por medio de un estudio en macacos, estas células se sitúan en la corteza premotora y son las que generan la imitación de las acciones que se observan. Las neuronas espejo son las que nos permiten aprender por imitación. Es fácil darse cuenta de cuán contagiosas son emociones como la alegría o el asco. Pero estas células también se conectan con el sistema límbico, es decir, con las emociones; por lo tanto, son las que propician la empatía. Por eso cuando vemos sufrir a alguien somos capaces de “sentir” su dolor y de manera casi automática tenemos el impulso de ayudar. Por eso son la base para la comprensión y la comunicación entre los seres humanos. Con el descubrimiento de las neuronas espejo se apoya la idea de que la moralidad se sustenta en la biología.
Prevención del suicidio por contagio
Por supuesto que el suicidio es un fenómeno complejo en el cual intervienen muchos factores, pero los medios de comunicación tienen un rol importante en él. Por eso la Organización Mundial de la Salud ha hecho recomendaciones al respecto. Al difundir una noticia de suicidio, no debe destacarse ni repetirse de forma innecesaria; debe evitarse incluir elementos personales que lleven a quienes se exponen a identificarse o a sentir compasión por las víctimas para evitar la imitación; evitar juicios de valor que califiquen a la persona protagonista como valiente o cobarde o sugerir que fue la mejor solución a sus problemas; no utilizar imágenes dramáticas de la víctima; no publicar las notas póstumas y no describir con detalles el lugar ni el método utilizado. Precisamente la difusión sensacionalista de estos eventos ha motivado que ciertos lugares adquieran la fama de sitios con influencia paranormal para cometer este acto, como puentes, cascadas, acantilados, edificios emblemáticos, pozos y estaciones del tren o del metro entre otros.
Por el contrario, al dar cobertura a estos acontecimientos es recomendable dar información precisa de personas e instituciones a la que se puede acudir para buscar ayuda, informar sobre factores de riesgo y señales de alarma con el fin de prevenir, señalar que la depresión es un trastorno tratable y considerar que también quienes trabajan en los medios de comunicación pueden sufrir afectación al trabajar con este tipo de noticias.
Bibliografía consultada:
- Cáceres Rubio, Heidy, & Guzmán, Yahira, & Sánchez Pedraza, Ricardo (2005). Estudio de la imitación como factor de riesgo para ideación suicida en estudiantes universitarios adolescentes. Revista Colombiana de Psiquiatría, XXXIV(1),12-25.[fecha de Consulta 28 de Julio de 2022]. ISSN: 0034-7450. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80628403003
- Gary Olson, «De las neuronas espejo a la neuropolítica moral», Polis [En línea], 20 | 2008, Publicado el 20 de julio de 2012, consultado el 27 de julio de 2022. URL: http://journals.openedition.org/polis/3559
- Ian Colman. Responsible reporting to prevent suicide contagion. CMAJ July 30, 2018 190 (30) E898-E899; DOI: https://doi.org/10.1503/cmaj.180900
- Mark Sinyor, Ayal Schaffer, Yasunori Nishikawa, Donald A. Redelmeier, Thomas Niederkrotenthaler, Jitender Sareen, Anthony J. Levitt, Alex Kiss and Jane Pirkis. The association between suicide deaths and putatively harmful and protective factors in media reports. CMAJ Jul 2018, 190 (30) E900-E907; DOI: 10.1503/cmaj.170698
- Noëlle Benhamou. ERCKMANN-CHATRIAN premier site consacré à Émile ERCKMANN (1822-1899) et Alexandre CHATRIAN (1826-1890) en www.erckmann-chatrian.eu
- Prevención del suicidio: un recurso para los profesionales de los medios de comunicación. Actualización del 2017. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud; 2018. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. En https://iris.paho.org/handle/10665.2/49121
Te invitamos a escuchar nuestra adaptación de este oscuro e interesante relato:
Una respuesta a “El ojo invisible y el suicidio por contagio”
Muy agradecida por esto relatos literarios.