Horror invisible: el horla

Por Tania Sabugal

Henry René Albert Guy de Maupassant, autor del relato “El horla”, nació en Francia el 5 de agosto de 1850 y murió en París el 6 de julio de 1893.

Existen tres versiones de “El horla”, todas escritas por Maupassant. Con diferente estilo narrativo, pero con el mismo argumento esencial. Esta historia se presentó por primera vez como parte de un cuento titulado “Carta de un loco” publicado el 17 de febrero de 1885 en el diario Gil Blas bajo un pseudónimo. Otra versión de este relato se publicó en 1886 narrada en tercera persona por el médico que atiende al protagonista. Y la última versión se publicó en 1887 ya en la forma de un diario escrito por el narrador.  La tercera versión, que es la que abordamos en Relatos del Lado Oscuro, es más extensa que las anteriores y es la más conocida. A diferencia de las primeras, en ésta se incluyen escenas como la sesión de mesmerismo en París y el terrible final que ocurre en la mansión.

En “El horla”, Guy de Maupassant presenta de forma profunda, sutil y real un suceso extraordinario ocurrido en la vida cotidiana de un hombre. Se considera realista porque es narrado por la persona que lo experimenta y porque se refiere a un misterio que ocurre en la naturaleza. Pero de esta historia, se destaca que lo único que existe es lo subjetivo, es decir, la experiencia personal, la percepción particular que alguien tiene de lo que ocurre a su alrededor. No importa tanto el acontecimiento objetivo, sino la vivencia que se tiene del mismo.

Además, el misterio del argumento no está relacionado con la aparición de fantasmas, sino que está en lo insólito, en la presencia inesperada de un ser invisible y desconocido, que entra en la vida del protagonista afectándola de forma poderosa, poniendo en riesgo su estabilidad emocional y su salud mental.

El relato “El horla” es precursor de un horror que no puede percibirse por medio de los sentidos tradicionales, pero que sí puede experimentarse y que tiene graves consecuencias incluso relacionadas con la concepción que tiene el ser humano acerca del mundo, del orden y de la realidad.

La influencia del argumento planteado en “El horla” puede reconocerse en los relatos “La cosa maldita” de Ambrose Bierce y “El color que cayó del cielo” de H.P. Lovecraft.

El relato “El horla” también ha sido adaptado para el cine en la película “Diario de un loco” de 1963 y en la cinta francesa “Le horla” de 1966.

Diversas interpretaciones

De acuerdo a la crítica, “El horla” es uno de los mejores relatos de Maupassant.

Este relato puede interpretarse de diversas maneras; hay quienes lo incluyen entre los relatos sobre vampirismo porque presenta a un ser que se apodera de la vitalidad de otro, drenando su ánimo y su energía. Y ya que esto ocurre principalmente mientras el protagonista duerme, se asemeja a un súcubo o a un íncubo. Es decir, a una entidad demoniaca de carácter sexual que, de acuerdo con las leyendas medievales, paraliza y asfixia a su víctima mientras le produce terribles pesadillas.

Un ejemplo visual de estos seres se puede encontrar en el óleo titulado “Pesadilla” del pintor suizo Henry Fuseli de 1781. En él puede verse a un pequeño y robusto ser monstruoso sentado sobre el pecho de una mujer dormida. La escena es contemplada por un caballo negro cuya cabeza se asoma entre las cortinas del lecho. El mismo Fuseli pintó otras tres versiones de esta escena tan inquietante, con elementos ocultistas, de terror y de erotismo incluidos.

Un ejemplo visual de estos seres se puede encontrar en el óleo titulado “Pesadilla” del pintor suizo Henry Fuseli de 1781. En él puede verse a un pequeño y robusto ser monstruoso sentado sobre el pecho de una mujer dormida. La escena es contemplada por un caballo negro cuya cabeza se asoma entre las cortinas del lecho. El mismo Fuseli pintó otras tres versiones de esta escena tan inquietante, con elementos ocultistas, de terror y de erotismo incluidos.

Aquí cabe mencionar que la palabra pesadilla en inglés (nightmare), deriva de la palabra “mara”, que, en la mitología nórdica, se refería a un espíritu que atormentaba a las personas mientras dormían causándoles parálisis o terrores nocturnos. En la mitología islandesa estos seres también se consideraban como jinetes que cabalgaban en la noche, de ahí la creencia de que se sentaran encima de sus víctimas mientras se encontraban indefensas cuando dormían.

También hay muchas personas que ven en “El horla” el antecedente más claro del terror cósmico de los mitos del Cthulhu de Lovecraft. E interpretan al extraño ser invisible como un extraterrestre, debido a que sus características desafían el conocimiento actual que se tiene acerca de la materia y de su comportamiento; además de que posee capacidades sobrenaturales que le permiten dominar la mente y las emociones del ser humano y quizá causar su aniquilación.

Por otra parte, “El horla” también ha sido incluido entre los relatos que abordan el tema del doble o doppelgänger, a través de la posesión o el desdoblamiento que sufre el protagonista debido a la locura. En este sentido, el ente invisible sería una proyección de los miedos o sentimientos reprimidos del narrador o quizá un intento de explicar las extrañas sensaciones y la distorsión de la percepción que sufre.

Incluso se ha llegado a plantear que pudiera ser el desdoblamiento del propio Maupassant. Así el relato “El horla” reflejaría la disociación psicológica que experimentó su autor y que le permitió dar múltiples interpretaciones a su entorno, pues hay que recordar que Maupassant sufrió al final de su vida los estragos mentales de la sífilis, adquirida por su despreocupada vida de placer.

De 1870 a 1880, cuando Maupassant tenía entre 20 y 30 años de edad, sufrió afecciones nerviosas hereditarias y exceso en el consumo de alcohol y de narcóticos. Posteriormente en el periodo en el que escribió “El horla”, experimentó problemas psíquicos y somáticos tales como desigualdad pupilar, fobias, insomnio, cefalea, neuralgia, melancolía, irritabilidad, pérdida de peso y cambio de fisonomía. A partir de los 40 años, la enfermedad de Maupassant se volvió crítica, se vio afectada su inteligencia, cesó su producción literaria, intentó suicidarse y tuvo que ser internado.

En su relato “El horla”, Maupassant empleó la técnica del espejo, es decir, la creación dentro de la creación. Proyectó su propia sensibilidad enfermiza y su temor de ser presa de los microbios en la experiencia insólita del dominio de una presencia extraña que sufre el narrador. Pero también el protagonista del relato podría estar proyectando en el ente invisible sus propios temores. La historia relatada nos deja una duda razonable respecto a si esta perjudicial presencia existe en forma independiente o si solo es creación de la imaginación perturbada del protagonista.

De esta manera, el desdoblamiento ocurre en dos niveles. Así el escritor se desdobla en el protagonista quien vive el sometimiento y pérdida de su voluntad. Pero también el horla representaría la encarnación invisible de los miedos del narrador del relato.

Sin embargo, no se puede decir de forma determinante que el horla es únicamente el producto de los delirios del protagonista y de su autor, puesto que mucho antes de que experimentara deterioro de su salud mental, Maupassant ya escribía relatos con protagonistas afectados por la locura y con temas oscuros. Ejemplo de ello son los relatos “Soledad”, “Magnetismo”, “Sueños”, “La noche”, “Aparición”, “Un loco”, “Un cobarde”, “El albergue”, “El miedo”, “La mano” y “La cabellera”.

Desde antes, Maupassant ya tenía una tendencia pesimista. Su obra entera, sus cartas dirigidas a su madre y a Flaubert lo demuestran. Ya estaba obsesionado por lo misterioso, lo inexplicable y lo fatídico y abordó estos temas en sus creaciones literarias sin cesar.

No obstante, hay que reconocer que el daño de la sífilis provocó un agravamiento de su pesimismo. Se produjo en él la melancolía exacerbada que también ocurrió en otros escritores afectados por esa misma condición, tal es el caso de Baudelaire, Heine, Schopenhauer y Nietzsche.

Precursor del horror cósmico

Se puede decir que con su relato “El horla”, Maupassant es el precursor del horror cósmico desarrollado extensamente por Lovecraft; pues con el pretexto de la aparición de un ser invisible y maligno se hace una reflexión filosófica acerca de la insignificante posición que tiene el ser humano en el universo y lo imperfecto que es. Esto puede notarse cuando el protagonista afirma: “somos tan indefensos, inermes, ignorantes y pequeños sobre este trozo de lodo que gira disuelto en una gota de agua”.

Existe cierto paralelismo entre “El horla” y “La llamada de Cthulhu”, pues ambos seres ejercen influencia mental sobre algunos seres humanos. En la historia de Lovecraft, es el escultor Henry Anthony Wilcox quien se contacta telepáticamente con un dios primordial, pues percibe una voz o inteligencia subterránea que de forma monótona emite enigmáticos impactos sensoriales, de forma similar en la que el narrador del relato de Maupassant descubre el nombre de su antagonista. Ambos argumentos se basan en la teoría de la evolución en cuanto a que la especie más débil se subordina a la más fuerte. De este modo, la humanidad estaría siendo dominada por una especie superior de materialidad invisible que con magnetismo hipnótico podría afectar la voluntad de los seres humanos.

Además, el alcance del horror de Maupassant como el de Lovecraft se da en un plano global, pues utilizan la idea de noticias provenientes de lugares muy alejados entre sí, que describen sucesos horrorosos similares demostrando que la amenaza se ha extendido a nivel mundial.

En los relatos de ambos autores se plantea la existencia de un plano desconocido y misterioso y es a través de las pesadillas donde los seres humanos más sensibles establecen contacto con ese mundo. Por un lado, en la mitología creada por Lovecraft se habla de los primigenios que esperan en el umbral para entrar, que existen en todas partes y en todo tiempo. Y en la narración de Maupassant, el horla se comunica con el protagonista y más aún, se apodera de su voluntad dirigiendo sus acciones, a manera de una posesión. Incluso el protagonista reflexiona en torno a la presencia de este extraño y poderoso ser a lo largo de la historia de la humanidad, que lo ha identificado en ocasiones como un dios o en otras, como un demonio.

En las creaciones literarias de Lovecraft y Maupassant, el horror nace de la atracción por lo arcaico. En “El horla” esto está representado por el disfrute del protagonista por los lugares antiguos; hay que mencionar que busca aliviar su espíritu atormentado en una abadía gótica medieval. Pero al mismo tiempo, le teme a su pasado, a descubrir una debilidad heredada de sus sentidos y de su inteligencia.

El horror cósmico también va acompañado de una atracción del ser humano por unirse con el todo, con un poder más grande, pero invisible; un poder que no puede entenderse fácilmente, que fragmenta la realidad y la dota de múltiples significados; un poder que sólo es percibido por el lado oscuro.

Te invitamos a escuchar nuestra miniserie dramatizada de este gran relato de Maupassant.

“El horla” de Guy de Maupassant.


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