Extraños alaridos en Honduras

Extraños alaridos

No hay mejor forma de entender lo que es un ser misterioso que por medio de un relato, un relato del lado oscuro:

Experiencia de David (Honduras, 1970)

Mi nombre es David y recuerdo algo que ocurrió cuando yo era niño. Vivía en una pequeña aldea en las montañas, cuando digo pequeña, es muy pequeña, una aldea perdida entre las montañas en donde a lo mucho vivirían unas 300 personas.

Recuerdo que cuando estaba en segundo grado solo éramos diez niños en mi grado y eran dos salones en la escuela. En esos dos salones todos los niños de la aldea recibían clase, era un lugar tan pequeño y remoto que la electricidad llegó en el 2014.

En ese año ocurrió un fenómeno muy extraño, fue una cosa que tenía aterrado a todo el pueblito.  Como no había luz eléctrica la gente se levantaba muy temprano y se acostaban muy temprano; recuerdo que a los pequeños nos acostaban a dormir a las siete u ocho de la noche. Los mayores se levantaban a las cuatro o cinco de la mañana a moler maíz para que los hombres de la casa se fueran a trabajar alrededor de las seis de la mañana y a los pequeños nos levantaban a las siete para ir a la escuela.

Me gustaría aclarar que cuando yo me levantaba mis tíos y mi abuelo ya se habían ido a trabajar. Ese día en particular me levanté muy contento a buscar café como siempre, entré a la cocina y para mi asombro ahí estaban todos todavía con su ropa de dormir, estaban al lado de la chimenea y uno de mis tíos tenía un machete en la mano y se miraba muy nervioso. Yo era un niño, así que ni siquiera pregunté nada, sólo me senté a la mesa a esperar mi comida. Vino mi abuela y me dio un plato de frijoles y tortillas viejas (tortillas del día anterior). Yo era un niño al que le gustaban las tortillas frescas, recién hechas. Por eso ese detalle me pareció imperdonable y comencé a renegar acerca de por qué no me daban tortillas frescas.  Mi abuela dijo: “Cómetelas, hoy no fuimos a moler el maíz”.

Normalmente la gente del pueblo se reunía en un lugar donde había un molino de motor. Toda la aldea llevaba sus cubetas llenas de maíz y las molían, a cambio solo pagaban unos cuantos lempiras. Era algo que siempre hacían.

Pero cuando ella dijo eso, vi que se miraba como asustada, como temblorosa y le pregunté:

-¿Abuela pasó algo malo? ¿Por qué no fueron?

Y ella sólo me dijo:

 -No pasó nada hijo no pasó nada.

Pero a mí aquello me intrigó.

Ya camino a la escuela junto con mi tía, que era casi de mi misma edad, la inquietud me dominó y le pregunté:

-¿Qué le pasa a los abuelos y a mis otros tíos? ¿por qué no fueron a trabajar ni al molino?

Ella tampoco me dijo nada, aunque se notaba que sabía más. Pero cuando llegué a mi salón, los niños estaban inquietos, todos decían: ¿Y tú lo escuchaste? ¿Tú oíste algo? ¿Supiste qué ocurrió?

Sin embargo, ninguno había oído nada. Pero un niño contó que la noche anterior había oído a sus padres decir que durante varias horas se escucharon gritos en el cielo; pero gritos horribles, como llantos.

El fenómeno duró aproximadamente diez días, gritos en el cielo que no dejaban dormir a la gente en la aldea. La gente estaba tan asustada que los hombres no salían del pueblo porque algunos decían que se escuchaban también durante el día en los caminos que llevaban fuera del pueblo.  Y por las noches, el sonido  rondaba las casas. Es curioso pero los niños no podían escucharlo y no era solo porque se durmieran temprano, algunos se quedaban en vela y no escuchaban nada.  Un niño contó como su mamá comenzó a llorar en su casa por la preocupación. Ella le decía que no era nada que se durmiera, él no escuchaba los supuestos gritos.

Así como empezó, un día simplemente desapareció y la gente retomó sus vidas en aquella aldea.  Años más tarde cuando volví al pueblo le pregunté a mis tíos acerca de aquel fenómeno y me dijeron que todavía lo recordaban y que nunca más se volvió a repetir. Pero aún seguían escuchando esos gritos en sus pesadillas. Eran gritos como de dolor, como si estuvieran torturando a alguien.

Nunca supimos qué era aquella cosa o cómo llego a la aldea ni cómo se fue.


3 respuestas a “Extraños alaridos en Honduras”

  1. Es una historia muy interesante. Sólo los adultos lo escuchaban, no sé si tenga relación, pero recordé lo que en un tiempo contaban como trompetas en el cielo.
    Equipo de Relatos del lado oscuro, ¿tienen más relatos de este tipo o alguna información acerca de este suceso?
    Saludos y me gusta mucho la página.

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