Los retratos de la sala de TV

Mi nombre es Diana. Toda mi familia y yo somos de la heroica ciudad de Tacna, al sur del Perú, mi padre era periodista, dirigía el diario La Voz de Tacna, del cual era propietario. Mi madre y él tuvieron cinco hijos, yo soy la menor.

Corría el año 1963, mi padre por unanimidad fue elegido diputado por Tacna, en el período del presidente Fernando Belaúnde Terry, así que súbitamente tuvieron que hacer maletas para viajar a nuestra capital Lima. Yo era pequeña en ese entonces, pues nací en 1959.

Los primeros años fueron algo difíciles, tuvimos que alquilar casas durante seis años. En esas épocas, un parlamentario no ganaba mucho dinero como hoy reciben los congresistas, era prácticamente un sueldo mínimo y un coche no de última generación, pero nos la arreglábamos pues mis dos hermanas mayores trabajaban también. Mi hermano y yo estábamos en la escuela aún.

En fin… en una de las mudanzas fuimos a dar a la calle Colina en el centro de Lima, a una casa antigua de dos pisos, más una pequeña terraza, donde yo solía jugar con mis juguetes y con un lindo ratoncito que se convirtió en mi amigo.

Hasta allí todo estaba bien hasta que comenzamos a escuchar ruidos extraños, contratamos a una empleada del hogar y además trajimos de Tacna a la tía Rosita, tía de mi madre. Pasado un tiempo nuestra empleada nos narró que en las noches sentía cadenas que se arrastraban y oía lamentos. Todos quedamos asustados, sumamente preocupados, mi hermano también manifestó que en las noches escuchó lo mismo que la empleada, pero no le dio importancia al comienzo.

Una tarde estival se reunió toda la familia a ver televisión en un salón amplio con paredes altas que tenía dos cuadros en forma de medallón con los retratos de los dueños de esa casa: una dama y caballero muy elegantes que siempre me hacían escarapelar el cuerpo cuando los veía. Ese día por cosas del destino pudimos estar todos allí: papá, mamá, mis hermanos, la tía Rosita y yo.  La empleada había renunciado por temor a esos ruidos nocturnos. Bueno, el caso es que mi mami ya había preparado un delicioso postre y nos sentamos todos a ver un programa familiar que nos gustaba. La ventana del salón estaba semiabierta y de pronto comenzó a entrar un olor a flores de cementerio muy penetrante, intenso, todos lo sentimos. Luego, los cuadros de los antiguos dueños comenzaron a moverse rápidamente, eso nos terminó de aterrar, no pudimos ver ya la tele, todos estábamos pasmados y no pudimos dormir bien esa noche.

Al día siguiente mis hermanas fueron a hablar con los dueños actuales de la casa que a la sazón eran los nietos de esos señores de los cuadros. Les suplicaron se llevarán esos retratos y felizmente aceptaron. Desde el día que se llevaron los cuadros nunca más ocurrió nada extraño, ni voces, ni lamentos, ni cadenas.

De todas formas, nos fuimos a otra casita más moderna dos años después. Ocurrió el golpe militar de Velasco, motivo por el cual retornamos a Tacna. Mi padre, durante su gestión, hizo muchas obras para Tacna. Me siento orgullosa de él, por cierto, mi padre falleció en 1976 de un infarto y mi madre el año pasado de lo mismo, abrazos, sé que es una experiencia simple pero quise compartirla con ustedes.

P.D. Este relato es un homenaje a mi amado y extrañado padre Óscar Eduardo Carbajal Soto, quien por cierto creía en ovnis y seres de otras galaxias. Decía siempre que era imposible que en un universo tan vasto sólo pudiéramos vivir nosotros los terrícolas, él era un hombre muy culto, sencillo, amoroso esposo, padre fantástico, le encantaban las sobremesas, allí todos nos sentíamos felices, arropados con su amor y gran sentido del humor. En esas sobremesas, él nos narraba historias de Tacna de los 50 años de cautiverio después de perder en la guerra con Chile, por ello Tacna es doblemente peruana.


3 respuestas a “Los retratos de la sala de TV”

  1. Gracias por compartir la historia de tu familia. Tengo amistades peruanas, pero no había escuchado sobre Tacna. Dios tenga a tus papacitos en buen sitio junto a Él

  2. Entrañable relato, que nos deja mirar el amor y los valores de su familia y de paso ese suceso misterioso en esa casa y que por fortuna se resolvió. No había escuchado el nombre de ciudad Tacna,Peru.
    Siempre se aprende algo nuevo.
    Gracias por compartirlo Diana.

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